miércoles, 9 de enero de 2013

Hallan restos de antidepresivos y ansiolíticos en el agua de Galicia


Los antidepresivos para tratar la depresión o los ansiolíticos para aliviar la ansiedad que toman los gallegos acaban en el retrete. Bien porque son arrojados directamente al desagüe, bien por una metabolización incompleta a través del agua de la orina o de las heces. El problema es que los restos acaban en el agua de los ríos, pese a recibir tratamiento en las depuradoras, e incluso en la del grifo, según se recoge en una investigación que publica la Gaceta Sanitaria y que ha sido coordinada por el grupo de Salud Pública y Ecotoxicología de la Universidad Rey Juan Carlos I de Madrid en colaboración con el Laboratorio de Análisis de Calidad Ambiental de Santiago. Las trazas de estos fármacos psicoactivos suponen, según los investigadores, un riesgo para el medio ambiente y tampoco se descarta que un consumo a largo plazo del agua contaminada puede tener efectos para la salud, con lo que alertan de la necesidad de «incrementar la monitorización ambiental de las cuencas fluviales y de mejorar los procesos de tratamiento de las aguas residuales y potables para eliminar estos fármacos».
Los investigadores advirtieron la presencia de ansiolíticos y antidepresivos después de analizar muestras de agua en las estaciones depuradoras de Santiago, Vigo, A Coruña, Ourense y Pontevedra y en agua del grifo de espacios públicos y privados. Los expertos también han constatado que, en algunos casos, la presencia de psicoactivos aumenta después de su paso por la depuradora, lo que puede deberse a que los procesos químicos que tienen lugar en las plantas provocan una reversión de ciertos metabolitos a sus componentes de origen.
El lorazepam, un ansiolítico, es el compuesto con mayores concentraciones detectadas en las cuencas gallegas, tanto en las muestras de río como de grifo, seguido del antidepresivo venlafaxina. El primero se ha localizado en el 87 % del agua pretratada en depuradoras y en el 67 % de la saliente de las plantas. En el primer caso con una concentración media de 11 microgramos por litro y, en el segundo, de 0,7. En el agua del grifo, la presencia de lorazepam se reduce a un 3 % de las muestras, aunque con una elevada concentración para lo que cabría esperarse, de 0,6 microgramos por litro, lo que revela que tampoco ha sido eliminado por los tratamientos de potabilización.
Posible riesgo
La presencia de psicoactivos en el agua potable podría suponer un riesgo para niños, ancianos o embarazadas, aunque todavía no existen investigaciones con exposiciones a largo plazo que puedan acreditar algún tipo de daño, según advierten los autores del estudio.

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